martes, 7 de septiembre de 2010

Estamos cansados de la televisión colombiana

Si bien es cierto que algunas producciones colombianas se han ganado el reconocimiento nacional e internacional por su buena calidad, no deja de preocuparnos a muchos colombianos el rumbo que han tomado las producciones nacionales en los últimos años, los temas de violencia que vivimos en nuestro país son el motivo de su inspiración, en ellas tratan como héroes a siniestros personajes que nos recuerdan épocas muy violentas de Colombia encarnados por reconocidos y admirados actores de nuestro país.

No hemos podido superar los daños que dejó el narcotráfico en nuestra sociedad, tanta maldad, el dinero fácil, la corrupción, estos son algunos de los hijos del narcotráfico que aún corroen nuestra sociedad, y esos son los ingredientes que los productores de televisión le ponen a sus producciones, parecen no entender de la influencia que tiene la televisión entre los jóvenes, para ellos estos personajes terminan siendo un modelo a seguir, si sabemos esto, porque las productoras y los canales siguen dándole tanta relevancia a programas llenos de violencia como Rosario Tijeras, El Capo, el Cartel de los Sapos, Pandillas Guerra y Paz y otras tantas producciones que contaminan a nuestros jóvenes y no nos aportan nada. Para completar los medios amarillistas que invaden nuestras calles, son el premio a las mentes siniestras que se forjan viendo estas producciones, pues ellos siempre tendrán un espacio en primera plana con títulos en rojo y amarillo en el tamaño más grande posible para resaltar sus macabros homicidios.

Señores productores es hora de cambiar la concepción de sus producciones, porque no se orientan en producciones extranjeras en las cuales los héroes son otros, los héroes son los policías, los investigadores y otras personas que desenmascaran a quienes quieren acabar con las buenas costumbres de nuestra sociedad. Es una forma de ver las cosas desde el otro lado, el lado del castigo, es más sano que ver como héroes a quienes le hacen tanto mal a Colombia.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

SE VE MUY MAL


Se ven muy mal las personas que manejan al mismo tiempo que hablan por teléfono celular, parece que no les importara causar un accidente en el cual otras personas podrían salir lastimadas o incluso muertas, ah claro quién habla por celular y conduce al mismo tiempo también puede salir lastimado.


Se ven muy mal las personas que arrojan basura al suelo, más aún si es desde un carro elegante, porque nos da para pensar que el dinero que tienen no les basto para tener una buena educación.

Se ven muy mal las personas con malos modales en la mesa a la hora de consumir alimentos, si hablar con la boca llena de alimento es de muy mala educación.

Se ven muy mal las mujeres pasadas de peso luciendo prendas diminutas, dejando salir toda su barriga por los lados, hay que saber vestir, y un buen consejero suele ser el espejo, las prendas diminutas son para muy pocas mujeres.


Se ven muy mal los hombres que gritan o humillan a sus mujeres o compañeras en público, claro que se ve también muy mal a aquellas mujeres que caen en la costumbre de ser maltratadas y siguen en el mismo lugar con el mismo imbécil.


Se ve muy mal la educación de un gran número de conductores de buses en la ciudad de Medellín, especialmente los circulares de Coonatra, parece que transportan materia prima para alguna empresa y no a personas, no sean salvajes, y conduzcan con cuidado, de pronto la próxima víctima de un accidente dentro de uno de esos buses sea un pariente de ustedes para que vean que tan bueno.


Se ve muy mal el exceso de humo negro saliendo de los buses de servicio público en el Valle del Aburra, más aún cuando supuestamente la calidad de nuestro combustible mejoro desde Julio pasado (50 partes por millón de azufre), será que le creemos a Ecopetrol, ver para creer.


Se ven muy mal los jinetes que recorren a caballo el municipio de la Estrella, no bastan las calles para sus cabalgatas, también utilizan las aceras no importando que por ella hayan personas caminando, dejando tanto calles como aceras con heces de sus equinos, además de abusar de estos, que en ocasiones tienen que soportar la pesadez de algunos jinetes pasados de licor.