Ya contabamos
con luz electria en Medellín. La Luz eléctrica fue inventada en el año 1890, y
en el año 1987 fue inaugurada la primera planta de es luz en la Quebara arriba;
mientras tanto ciudades más ricas, más populosas, más viejas de la misma
Europa, seguían alumbrándose con gas y petroléo. Habia venido también a
Medellín el primer automóvil; ya nos creiamos hasta adelantados y civilizados.
Como pasa
siempre, la víspera es el mejor día, y nosotros la tuvimos en despedidas y
preparativos. Se trajeron las bestias a
la casa para ensillarlas , cargar el equipaje y despacharlas adelante, con el
fin de que fueran a dormir a Yarumito, final de la carretera; allí debian
aguardarnos.
Esta carretera,
junto con la de Caldas y la de Envigado, únicas en aquel entonces, medían
nueve, cuatro y dos leguas respectivamente.
La carretera de Yarumito fue construida en tiempo del buen gobierno del
Dr, Berrio.
La legua es una
medida española que equivale a cinco kilómetros o a tres millas inglesas; más
decía la gente que la legua es una medida muy elástica y que hay unas más
dilatadas que otras. Alguno, ponderando
algunas leguas que le parecían muy largas, probablemente debido al mal camino,
decía: es que esas leguas fueron medidas cuando la tierra era barata.
Esto de arreglar
las mulas y equipajes para los viajes tiene un cuento muy original y
filosófico: el del doctor Joaquín Emilio Gómez. Cuentan que él era tan ordenado
y prevennido que la víspera hacía traer las bestias a la casa, ordenaba que el
peón las ensillara y cargara el equipaje, se ponía el sus zamarros y espuelas,
se montaba, daba varias vueltas por los corredores para cerciorarse que todo
estaba bien, que nada faltaba; Luego mandaba descargar, y, como si fuera en la
posada, aguardaba el otro día muy tranquilo.
Llego por fin
la deseada hora . ¡Porque todo llega y todo pasa! A pesar del cansancio del dia
anterior, a causa de mucho trajín, nos levantamos tempranísimo, nos reunimos
todos en la puerta de mi casa a esperar el coche, el que en realidad no taró en
venir. El gran cochero Papa era
puntual. El también desde la víspera
habia enviado a la mitad del camino, a la famosa posada de Caballo Blanco,
bestias de remuda, pues aquellos caballejos no podías hacer la jornada de
seguido.
A las diez u
once de la mañana estabámos en Yarumito; uno o dos kilómetros antes, al cocue
de Papa se le cayo la rueda, se espaturró, nos tiró por allá, y por poquito
casi nos mata, no quedando quien continuara el viaje; en nuestros propios pies
arribamos a la fonda.
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Retrato de Carlos Coroliano Amador, Oleo sobre lienzo-autor Jorge Marín Uribe |
En la posada de Yarumito, cuando yo venía de Bogotá, en el mes de octubre del año 1899, alcance a don Carlos Coroliano Amador, quien regresaba de Europa. Traía él el primer automóvil que entraba a Colombia; era el aparato uno de los primeros que se construyeron en el mundo. Acompañado por un muchacho Francés, el chofer para su automóvil. Con ambos me toco dormir en la misma pieza. Cuando nos disponíamos a dormir, le dije a do Carlos, a quien hacía mucho tiempo que no tenía el gusto de verlo, que lo hallaba muy joven, robusto y sano; entonces él, de pie en la cama, para mostrarme su fortaleza, ejecutó varios ejercicios gimnásticos, en los que demostró soltura y facilidad.
Con mis compañeros continué al día siguiente mi viaje hacia esta ciudad; don Carlos se quedó aguardando su automóvil, que llegaría muy pronto y en el que en pocos momentos nos daría alcance. Deseaba él entrar a Medellín en ese aparato y dar un verdadero golpe en medio de la entusiasta muchedumbre. “Cómo será el susto de la gente, cuando me vea andar en un coche sin caballos; van a decir que son cosas del demonio”, me decía él, con el más vivo regocijo. Tal ideal no pudo realizarlo. El famosos automóvil tuvo que seguir cargado, y entró a Medellín a hombro de hombres.
Ya que hablo de la llegada de ese aparato a la Villa, les contaré el modo como se trían antiguamente todos los objetos pesados. Lo que salía del peso común con que podían las mulas, se traía a la espalda de hombres; con cosas más pesadas se hacía lo que se llamaba turegas; se amarraba el bulto en dos guaduas, y se ponían dos mulas una delante y otra atrás; artículos más pesados aún, como pianos coches, y maquinaria, eran transportados por hombres; se liaban también largas y fuertes guaduas, y en cada punta se colocaban cuatro, cinco o seis peones; eran todos unos veinte o más; todos ellos emprendían una marcha a balanceo acompasado. En los tiempos del doctor Berrio, en el que el camino era por el oriente hasta islitas, en esa forma se trajeron las maquinarias para la Casa de la Moneda.
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El primer automóvil de Medellín se estrenó el 19 de octubre de 1899, un último modelo rojo de la casa francesa Dion Bouton |
En el año de 1910 se trajo a Medellín el segundo automóvil. Para que viniera, hubimos de hacer vaca, como dicen los muchachos, es decir, una suscripción popular. El automóvil ése, marca Pullman, carecía de portezuelas; las palancas y cambios estaban al descubierto; con todo se hallaba provisto de nuevos adelantos y dio magníficos servicios. Don Luciano Restrepo, llegado de esos días de New York, y experto conocedor de vehículos, lo manejó en un principio, y luego enseñó a los primeros choferes. Al verlo andar por las calles a toda velocidad, la gente se asustaba y se entraba a los zaguanes.
Poco tiempo después, el señor Vicente B. Villa trajo para su uso particular otro automóvil, marca E.N.F. Había en él mejores adelantos en su maquinaria, con lo cual los servicios fueron también mejores. Poco a poco los automóviles fueron invadiendo nuestra ciudad hasta alcanzar la considerable cifra de cuatro o cinco mil, incluidos los camiones, los que hablan muy en alto del progreso de esta tierra.
Al mentar el Frontón de Jai- Alai recordaré que aquí hubo
en aquel tiempo un pequeño hipódromo.
Fue iniciativa de don César Piedrahita, el que a su vez fue su
constructor y empresario. Fue hecho en la esquina final de la calle San Juan,
esquina de la avenida los Libertadores.
El Frontón poseía una buena pista de unos seiscientos metros; había regulares
tribunas. Allí corríamos nuestros
caballitos criollos; para esas lidias se traían de Bogotá caballos con mezcla
de sangre inglesa. No sé el porqué del
nombre; quizás deseaba establecer el juego de pelota vasca.
El automóvil es un invento muy moderno; en un principio se
hicieron varias intentonas, se lo movía con electricidad, con vapor, hasta que
en el año 1899 apareció su perfeccionamiento, su comercialización y se puso en
práctica; todavía aquello era muy deficiente.
Sólo en el año 1908 se le dio como última mano, e invadió por completo
el mundo.
Otro tanto puede decirse de las bicicletas. Desde tiempo atrás hubo amagos al respecto; mas no se logró un resultado satisfactorio sino en el año de 1889; la bicicleta llamada en esos días velocípedo; constaba de una gran rueda adelante y otra pequeñita atrás; era muy peligrosa y muy propia para las caídas. Poco después se perfeccionaron con las dos ruedas iguales. En el año 1890 el señor Teodomiro Toro trajo a Bogotá el primer velocípedo, que por no haberle dado resultado, hubo de guardarlo. Don Jorge Bachman en 1892 introdujo la primera bicicleta perfeccionada; abrió la caja en que venía, en media calle, frente a su relojería; se montó he hizo una demostración, y aplausos de todos que se mostraban sorprendidos al ver volar a un hombre sobre ruedas. Todo el comercio salió a la puerta de sus tiendas para contemplar a don Jorge y gritarle vivas. Eso había querido el señor Amador; sus esperanzas salieron fallidas.
Fuente: Libro crónicas de Enrique Echavarría Echavarría Colección Bibliotecas básicas de Medellín
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