El sábado pasado después de invitar a mi esposa a comer a un restaurante decidí invitarla a bailar, optamos por quedarnos en la Estrella y nos dio por ingresar por primera vez a una de las discotecas más reconocida de la Estrella San Fermín, el nombre bien pudiera cambiarse por Guardería Eros, a la entrada pregunte por el tipo de música, porque no me aguanto esos sitios en donde la música electrónica suena toda la noche, nos dijeron que era muy variada crossover, sin embargo después de un rato nos dimos cuenta que en su mayoría tocaron fue reggaetón, no era para menos la gran mayoría de los asistentes eran jóvenes que muchos ni siquiera eran mayores de edad, por lo que se nota la falta de control de las autoridades, yo soy una persona de mente abierta y nada anticuado, pero me quede impresionado de la forma en que las niñas bailan aún con extraños esta música, literalmente lo que hacen todas estas niñas es un masaje erótico sobre el miembro reproductor masculino de su compañero de baile, digo todas porque cada que sonaba el reggaetón todas las niñas presentes bailaban el llamado perreo, si no las sacaban sus amigos o compañeros de mesa algunos jóvenes que estaban solos las sacaban sin problemas no se dan nunca la cara, desde que salen a la pista de baile soban con su trasero a unos jóvenes que parecen tullidos, porque se quedan casi quietos disfrutando de tan peculiar masaje, porque de baile tiene poco.
Cuando sonaba otro tipo de música casi nadie bailaba, porque los hombres de ahora saben poco de moverse, entonces el disc jockey cortaba las canciones y quienes estábamos disfrutando de música para bailar quedábamos con ese sinsabor, al rato decidimos terminar nuestra bebida e irnos a buscar un mejor sitio, a pocos metros de San Fermín en un lugar más pequeño, pero acogedor, encontramos buena música para bailar el resto de noche hasta la madrugada.
Yo quisiera ver la cara de los padres de familia de esas decenas de niñas que apenas empiezan a vivir y ya parecen expertas en las artes del Kamasutra, se nota la falta de control y de valores de los hogares que hoy en día se dan en nuestra sociedad, lo peor es que estas niñas no se valoran y son más fáciles que la puta más puta de Marta Pintuco (viejo Prostíbulo en Medellín) en sus mejores épocas.
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