viernes, 30 de noviembre de 2012

Una Nociva Alborada

Fuente: EL COLOMBIANO

Publicado el 30 de noviembre de 2012

La llamada alborada, nombre más propio para anticipar un hecho feliz, es una herencia mafiosa, de bandas criminales, que no se puede entronizar como parte de nuestra cultura. De ahí nuestro rechazo.


En los últimos nueve años, los habitantes de Medellín y de otros municipios vecinos del Valle de Aburrá, y quienes nos visitan por esta época, previa al inicio de la Navidad, hemos sido testigos de un evento singular: la quema masiva de pólvora.

Esta explosión simultánea de toneladas de voladores en la noche del 30 de noviembre, y que se ha difundido con el nombre de alborada, asombra y maravilla, al mismo tiempo que perturba y causa daño a personas y animales.


El uso de la pólvora con fines recreativos ha fascinado al hombre desde la antigüedad, en las más diversas civilizaciones. En nuestro país ha estado asociada a las fiestas patronales y a ciertos espectáculos pirotécnicos, organizados para la celebración de fechas especiales.

Antes de que estuviera prohibido por ley, fue también costumbre muy arraigada quemar pólvora en diciembre en las celebraciones familiares e incluso en las religiosas.
Esas costumbres degeneraron en una actividad repudiada y condenable, por entrañar graves riesgos para las personas, salvo cuando forma parte de eventos ejecutados por expertos y en forma controlada.


El uso de elementos detonantes dejó de ser una tradición socialmente aceptada y se convirtió en una actividad riesgosa, de cuyas consecuencias dan testimonio los pabellones de quemados de los hospitales.

Más, cuando la pólvora se quema en medio de parrandas callejeras, en lugares densamente habitados, en presencia numerosa de niños y abundancia de bebidas alcohólicas.
No puede estigmatizarse la conducta de todo aquel que quema pólvora, pero su uso en cualquier día del año, y sin motivo aparente, se asocia con el narcotráfico, como signo del éxito en alguna operación con un cargamento de droga.

Y lo que sí está claro es que la alborada tuvo un origen mafioso, como celebración de la desmovilización del grupo de paramilitares del Cacique Nutibara, dirigidos por alias "Berna".
Desde entonces, año tras año, los herederos de esa estructura criminal, combos y bandas que someten por medio del terror a los barrios, renuevan, como una afrenta para sus víctimas esa fecha, en una muestra de su poder.


Esta perniciosa costumbre conlleva, además de ese agravio renovado, un altísimo riesgo, donde las principales víctimas son los menores de edad, como se ha visto en años anteriores.


También se ha comprobado que los animales sufren graves traumatismos con esa explosión descontrolada de una hora de duración. Resulta imposible cuantificar el número de voladores, o su valor, que fuera deseable ver invertido en regalos para los niños en Navidad.


Si quemar pólvora es un delito, la alborada es un canto a la impunidad. En las narices de todos, se queman miles y miles de artefactos explosivos en un claro desafío a nuestros valores como sociedad y a la autoridad que tiene la obligación de decomisar el material detonante y sancionar a quienes lo fabrican, distribuyen y lo explotan.
Este año, en particular, han brillado por su ausencia las campañas de prevención sobre el uso de la pólvora, pero aún es tiempo de emitir un mensaje claro y contundente de que está prohibida y es peligrosa.


Además, que la alborada no puede ser entronizada como parte de nuestra cultura, ni tomada como referente de una ciudad, que prefiere ser reconocida ante el mundo por su transformación social o por ser escenario de espectáculos de talla mundial, y no por su apego a un pasado oscuro y doloroso.

martes, 11 de septiembre de 2012

El sumiso perfecto

Fuente: Jaime Lopera
septiembre 4 de 2012 - 7:44 pm


Un amigo que andaba en graves sinsabores con su empleo, me abordó un día para decirme: “estoy muy aburrido en el trabajo, pero tengo miedo de renunciar y marcharme de esta empresa para ir a trabajar de forma independiente: ¿qué puedes decirme?”.


Más o menos reacio a ofrecer consejos personales, me limité a hacerle conocer mi aforismo sobre el trabajo que he venido exponiendo por varios años.


Traducido en solo veinte palabras, se expresa así: “si quieres seguridad, tienes que pagar el precio de la dependencia; si quieres independencia, tienes que pagar el precio de la inseguridad”.


Si esta analogía se encuentra bien formulada, lo dirá la experiencia de cada cual.


Pero contiene una enseñanza consistente: si en verdad no deseas cambiar de trabajo; si quieres un puesto permanente que satisfaga tus necesidades y las de tu familia; si soportas el acoso laboral; si no quieres riesgos imprevistos, debes permanecer en tu empleo lo más que puedas.


Debes convertirte, entonces, en un sumiso perfecto.


No obstante, que tu organización sea una colcha de retazos, y que tengas uno o varios jefes autoritarios y malnacidos, debes permanecer protegido e ileso, tragando en silencio todos los sapos que aparezcan y evadiendo cualquier indicio de deslealtad con tus superiores.


El sumiso perfecto no hace ruido, no se afilia a los sindicatos, no es ausentista, no tiene necesidad de aprender cosas nuevas, cumple perfectamente las órdenes, es puntual y comedido.


Con tales conductas, tendrá asegurado su empleo hasta la jubilación.


En política, los sumisos perfectos siempre pueden aspirar a que los favores de su jefe o cacique los encumbren a otras posiciones o reconocimientos.


También, suelen tragar muchos sapos, pero se allanan diplomáticamente a los propósitos de su señor, así tengan diferencias políticas con ellos. Si tienen paciencia, es probable que además puedan incrementar su patrimonio, gracias a su acatamiento irrevocable; pero si amenaza con independizarse, aun sutilmente, debe saber que pone en peligro su estabilidad o su vida.


El sumiso perfecto es un coherente clásico: allí radica toda su fortaleza.


La parte más positiva del aforismo es que, si el independiente sabe de antemano que su primer riesgo de liberación es la inseguridad, hará todo lo posible para mejorar sus competencias, realizar nuevos estudios y aumentar su propensión al logro y el éxito, de modo que pueda acabar con sus incertidumbres en poco tiempo.


En otras palabras, y dependiendo de su voluntad de cambio, la inseguridad nunca será definitiva, es temporal y puede ser muy creativa para abrir nuevos caminos.


Este asunto sobre la sumisión perfecta (al cual le hemos excluido las conductas representativas de la dominación sexual que le son muy cercanas), tiene finalmente serios efectos en las empresas: cuando esta conducta se propicia y se cultiva por parte de los dominadores –enroscados en su poder, en especial en épocas de crisis–, ella se constituye en un atentado contra la proactividad e inteligencia en las compañías. Si quiere matar el talento de sus colaboradores, hágalos subdesarrollados y dependientes. Nada más fácil.

Jaime Lopera
Consultor privado

jueves, 16 de agosto de 2012

Los paisas en los Olimpicos de Londres 2012

Los paisas le cumplieron a Colombia en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, ellos junto con el Vallenano Óscar Muñoz en taekwondo y las vallunas Jackeline Rentería en lucha y Yury Alvear en judo

La bicicrossista paisa Mariana Pajón lució orgullosa su medalla de oro, la segunda en la historia olímpica de Colombia, luego de la que alcanzó María Isabel Urrutia en Sydney 2000 en levantamiento de pesas.

No se quedaron atrás la atleta de salto triple Catherine Ibargüen ni el levantador de pesas Óscar Figueroa, ganadores de la medalla de plata, ni el ciclista Rigobeto Urán, quien obtuvo la presea de plata que nos habrio el camino de superación a los deportistas colombianos en las justas olímpicas, por su parte el también bicicrosista Carlos Oquendo consiguió su medalla de bronce.

Despues del  multitudinario recibimiento al llegar al pais, el presidente de Colombia les rindió homenaje y les condecoró con la cruz de Boyacá, además de la condecoración a los medallistas olímpicos, el presidente Juan Manuel Santos sorprendió a la delegación colombiana asegurándoles que firmó un decreto sobre asignación de subsidios de vivienda para los campeones y sus entrenadores. También se les entrego a cada deportista un carro nuevo regalo de una concesionaria automotriz del país.

"¡Qué ejemplo tan grande el que nos han dado! ¡Cómo nos hacen recordar lo importante que es la unidad para un país!, lo que ustedes, atletas y medallistas, nos han dado a los colombianos es otra razón para seguir creyendo en nosotros y en nuestras posibilidades", señaló el Jefe de Estado.

Mariana Pajón
Mariana Pajón
La medallista colombiana de oro olímpica de bicicross BMX, Mariana Pajón, aseguró hoy que con las ocho medallas que ganó su país en Londres, se cierra un capítulo muy grande para Colombia, pero que el próximo "seguramente va a ser mucho mejor".

 
"Venimos escribiendo una historia hace mucho tiempo en Colombia, y acabamos de cerrar un capítulo inmenso y muy grande para nuestro país, pero sé que falta mucho más, porque esto es como una plataforma de más generaciones, de más futuros campeones que harán que Colombia sea mucho mejor", señaló Mariana Pajón en rueda de prensa.

 
La bicicrosista paisa Mariana Pajón, quien ganó la segunda medalla de oro olímpica en la historia de Colombia, después de la que alcanzó María Isabel Urrutia en Sydney 2000 en levantamiento de pesas, se mostró orgullosa de compartir ese honor con la exdeportista nacional.
"Ganar la segunda medalla de oro para Colombia es algo muy bonito, y compartir ese espacio con María Isabel Urrutia es para mí un orgullo muy grande, me siento muy contenta, siento que le cumplí al país porque cumplí mis sueños y mis metas", expresó.

Al referirse a la competencia en la que ganó de principio a fin, Mariana Pajón reconoció que se sentía muy confiada.

"La competencia fue muy linda, desde que estaba en los entrenamientos me sentí muy bien porque la pista es muy rápida, la mejor en la que he estado, así que estaba confiada, porque lo que estaba haciendo estaba muy bien: hice la mejor salida y la mejor segunda recta, y sentí que era la más rápida del mundo", comentó.
Rigoberto Urán

El ciclista paisa Rigoberto Urán dio a Colombia la duodécima medalla de su historia, a diez kilómetros de meta, el primer grupo se había reducido casi a la mitad de hombres, pero la distancia con los perseguidores era casi la misma. El oro para Cavendish, considerado el mejor sprinter de la historia del Tour de France, se esfumaba.

Rigoberto Urán
Fue entonces cuando la gloria olímpica se cruzó en el camino del colombiano Urán, que supo lanzar su ataque en el momento justo junto a Vinokourov. La recta final en The Mall, cerca de Trafalgar Square, bajo la mirada del vicealmirante Nelson, decidiría el oro y la plata.

El colombiano se despistó justo en los últimos metros. Miró hacia atrás por el lado equivocado y "Vino" aprovechó para atacar y llevarse un oro con el que pone punto y final a su carrera deportiva.


Carlos Mario Oquendo

Carlos Mario Oquendo
El ciclista paisa Carlos Mario Oquendo se quedó con la medalla de bronce de BMX masculino al llegar en la tercera posición de su competencia, tras sus rivales Maris Strombergs y Sam Willoughby.

Tras la prueba femenina, con el protagonismo de Mariana Pajón, vino la competencia en hombres, donde Carlos Mario Oquendo le dio otra alegría al país.

El paisa se vistió de Bronce y puso en ocho el número de preseas colombianas en las justas de Londres 2012.


Catherine Ibargüen: Aún no he dado todo lo que tengo

Con 28 años, la atleta paisa ha participado en dos Juegos Olímpicos

Con una sonrisa en el rostro y una medalla de plata en el cuello, la atleta paisa de salto triple Catherine Ibargüen llegó a la sede del Comité Olímpico Colombiano, en Bogotá, para decir sus primeras palabras en el país como medallista en Londres 2012. Con su frescura habitual, porte, belleza y una personalidad arrolladora, la deportista, oriunda de Apartadó, Antioquia, se mostró satisfecha por el logro conseguido en Londres y destacó que aún no ha dado todo su potencial. “Esta fue mi primera participación en salto triple en unos Olímpicos. Empezar con plata no está mal. Ahora debo hacer un muy buen ciclo olímpico para llegar en excelente forma a Río 2016, donde le apuntaré al oro”.

Caterine Ibargüen 
Catherine tiene algo especial: no sólo se destaca sobre las pistas de atletismo, en las que lleva preparándose más de 14 años, sino que se ha vuelto una experta a la hora de conquistar públicos. La paisa, a donde llega, impregna de optimismo y alegría a los que la rodean. Su sueño luego de la medalla olímpica es poder terminar la carrera de enfermería que estudia en Puerto Rico, en la que ya va en octavo semestre y espera poder ejercer para servirle a su gente. “Uno lo que empieza lo debe terminar. Yo elegí estudiar enfermería y ahora debo sacarle tiempo a eso para concluirlo de buena forma”.

La atleta, de 28 años, estará en Apartadó un poco más de ocho días compartiendo con su familia y recibiendo todo el cariño de su gente. “Voy a estar con el mayor de los placeres en mi tierra. Siempre soñé con mostrarles a ellos la medalla de plata, espero que les guste. Ojala me consientan para así recuperarme”, expresó, una vez más, con una bella sonrisa.

Óscar Figueroa ganó medalla de plata y con récord olímpico

Oscar Figueroa
Oscar Figueroa es paisa de nacimiento pero forjado deportivamente en el Valle del Cauca. Es récord olímpico en 177 kilos envión. Es la medalla 13 que consigue Colombia en Juegos Olímpicos.

Estaba presupuestada y el pesista colombiano cumplió. Óscar Figueroa alcanzó este lunes la segunda medalla de plata para el país en la prueba de los 62 kilogramos y con marca olímpica en el envión con 177 kilogramos.

Figueroa levantó 140 kilos en arranque y 177 envión para un total de 317, suficientes para quedarse con el segundo lugar en su categoría, en la que el vencedor fue el norcoreano Un Guk Kim con 327 en el total (153 en el arranque que se convirtió en récord olímpico y 174 en envión).

!Felicitaciones a nuestros deportistas paisas, y a todos los que creyeron en su sueño olimpico, apoyandolos tanto económicamente como moralmente, gracias por la alegria que le brindaron a todos los Colombianaos!

miércoles, 9 de mayo de 2012

Refrescando "Tiempos Aquellos..."


El Arte de “Juniniar”
Por: Álvaro Cadavid M.

De vez en cuando, y sólo por urgente necesidad, llego al centro de la ciudad y más especialmente a la zona de Junín entre La Playa y el Parque de Bolívar y no puedo dejar de añorar el Junín de mi época. Y esta añoranza no es solamente una cuestión de la transformación física que sufrió el entorno, sino el cambio social y cultural de lo que antes fuera una verdadera zona rosa para los “pipiolos”,“piernipeludos” o “cocacolos” de nuestra generación. Allí llegábamos todos los estudiantes de San José, San Ignacio , Calasanz, Marco Fidel o Pascual Bravo engominados con Glostora, Anzora o Lord Cheseline y olorosos a Pino Silvestre o a Vetíver y con nuestros bluyines Wrangler con pretina brillada con pomada Brasso y mocasines apaches o tenis Croydon blanqueados con Griffin, a pararnos como garzas en El Cardesco o en la puerta del exclusivísimo Club Unión, hoy un centro comercial más, a mirar y a suspirar por las uniformadas chicas de La Presentación , de La Enseñanza, de María Auxiliadora o del Marymount (con la falda por debajo de la rodilla) y a echarle piropos como: “parece que dieron vacaciones en el cielo porque se les voló un angelito”, o los más atrevidos: “ si como camina cocina, me le como hasta el pegao”.

Indudablemente que esa desvanecida conexión paisa quedó relegada al plano de los recuerdos, pues ahora lo que fue el Doña María donde íbamos a comer papitas a la francesa con Coca Cola se convirtió en un restaurante más, el teatro María Victoria en otro centro comercial, el extraordinario teatro Junín donde vimos las mejores zarzuelas españolas, a la declamadora argentina Bertha Zingermann, a la Orquesta típica Tokio, a Bill Halley y sus Cometas o a Campitos y sus Tres Reyes Vagos se volvió el inexpresivo edificio Coltejer, el Salón de billares y Academia de ajedrez Metropol, centro obligado de intelectuales y vagos de Medellín y de propiedad de don Harry Gainer, padre de Aura Cristina Gainer , es hoy una venta de artesanías y camisetas. El pasaje La Playa – Parque de Bolívar evolucionó en un completo mercado persa lleno de vendedores, donde lo pensable y lo impensable se enfrentan en una lucha mercantil sin tregua, como la venta de discos y libros piratas, loteros, gente entregando papelitos con propaganda de adivinas, palacios del colesterol llamados El Tragadero, El Embuchadero o El Meloneadero “todo a $500” y hasta la grotesca y nauseabunda chunchurria tiene un gran palco de honor. Y lo que una vez fue la zona más exclusiva de Medellín se convirtió en un paraíso para rebuscadores, atracadores, prostitutas y travestis. ¡Qué pesar!.

Juniniar, para los que tuvimos la dicha de experimentarlo, era una experiencia casi religiosa donde se conjugaban la inocencia y la malicia en un contubernio falaz, pues las imposiciones morales de la época no permitían la libre expresión sexual de la que hoy en día gozan las nuevas generaciones de “sardinos y sardinas” llenas de tatuajes y de piercings . Para nosotros el reto de la conquista empezaba en Junín, pues era allí el sitio de encuentro obligado de los jóvenes ávidos de acercamiento y cargados de hormonas. El teatro Lido, recién restaurado, era cómplice incondicional de encuentros furtivos entre chicos y chicas que se escapaban de los colegios, nunca mixtos, para encontrarse a ver a Sissy Emperatriz , a Pili y Mili y sus comedias rosa, a La Novicia Rebelde, Los Diez Mandamientos, El Bombero Atómico, Tuya en septiembre, Nunca en domingo o al Doctor Zhivago y salir luego a comer conos de ron con pasas a la heladería San Francisco o, si la mesada era buena, al Salón Versalles a comer sánduches de queso derretido, al Astor a comer “moritos” con jugo de mandarina o al Sayonara y su ensalada de frutas con helado. Era en estos lugares donde se formalizaban los noviazgos de las Santamaría con los Mora o de las Echavarría con los Lara, la élite de la sociedad medellinense.

Luego de una tarde de infantil acercamiento y de una ocasional “chupada de piña” en el teatro, era normal salir como dos tortolitos tomados de la mano recorriendo parsimoniosamente a Junín para regresar a los respectivos colegios e inventar las excusas-mentiras del porqué de la ausencia a las aulas escolares. Esa misma noche no faltaba el tío alcahueta que financiara la serenata, no con mariachi ni mucho menos con un conjunto vallenato, sino con un trío de guitarras como Los Romanceros cantando Chacha Linda o Bendición Celestial, el Trío América, Los Albinos o el trío Ensueño de Roger Jalil, el apuesto ecuatoriano-árabe por el cual se derretían las novias de uno. Los sitios de reunión de los músicos eran El Escorial, El Crillón o el Primero de Mayo, a la vuelta de Junín con La Playa frente al teatro Metro Avenida.

Al llegar a la ventana de la amada ella tímidamente encendía la luz después de la segunda canción para manifestar su aceptación y su presencia. Por supuesto que no faltaba el amigo borracho, que en voz alta pedía silencio para que no se despertara la novia, le indicaba al trío el orden de las canciones y luego se orinaba en la llanta del taxi. ¡Qué pena con la chica!. Al final de la serenata aparecían como por arte de magia sitios como el Bar Argentino, El Pakistán o Marta Pintuco, Cándida Rivillas, La Nena o alguna de las casas de lenocinio de Lovaina o El Fundungo y sus alrededores, todas con música en vivo y bombillito rojo en la puerta. Dentro de estos lupanares siempre había un gobelino con una escena de caza de un príncipe y su séquito, lo mismo que una araña gigante con un bombillo rojo intermitente debajo del arácnido. ¡Ah!..y ya en las horas de la madrugada no podía faltar la arepa con carne asada de El Ventiadero, el bisteck a caballo en El Cañaveral o los tamales de El Capitán López. !Ah bueno que pasábamos!... Y el que niegue que estas fueron unas deliciosas experiencias miente como una vil sirvienta cartagüeña.

Como quiera que sea, de la mística del “juninazo” sólo quedan fragmentos de imágenes de aquella era dorada de ilusiones y alborada de nuestros primeros amores, donde lo más importante era el respeto por la mujer y la delicadeza del hombre en su trato hacia ella. Era la maravillosa época de las poesías , donde todos los jóvenes escuchábamos al Indio Duarte o a Rodrigo Correa Palacio y nos sabíamos de memoria El Duelo del Mayoral , El Brindis del Bohemio o La Canción de la Vida Profunda , escuchábamos en la radio las voces de Mario Lanza, Ferruccio Tagliavini, Mario del Mónaco, Charles Aznavour o Edith Piaff , las orquestas de Mantovani, Frank Pourcel o Raymond Lefevre y también las canciones de Nat King Cole, Alfredo Sadel, Eddie Gormé y Los Panchos, Nicola di Bari y Gigliola Cinquetti. No era extraño que en nuestras tertulias juveniles comentáramos acerca de libros como La Metamorfosis de Franz Kafka, Los Miserables de Victor Hugo, La Guerra y la Paz de Fiódor Dostoievski y hasta Lolita de Vladimir Navokov. En fin, era un período de cultura general muy vasta el que nos tocó a todos los de esa privilegiada generación de adolescentes en la “veya biya” de esos años.

Fue también una época inocente y ”montañera”, donde el equivalente a Disneylandia era una tarde entera montando en las escaleras eléctricas del almacén Caravana (“El gigante de los precios enanos”) y en la cual florecieron las “heladerías” de la 70 como La Careta, El Coche Rojo, El Dino Rojo y sitios elegantes como el Fujiyama y El Fantasio y “grilles” más oscuritos como El Buho, La Ballena de Jonás o el grill La Montaña con sus “hermosas meseritas” para llevar a los “numeritos” de aquel entonces, hoy llamadas “prepago”, a “bailar amacizao el botecito”. Las chicas “bien” tenían una libreta de autógrafos con dedicatoria de todas las compañeritas de colegio y de sus amigos más cercanos (“Un autógrafo me pides, un autógrafo te doy, nunca cambies a tus padres por los jóvenes de hoy”, etc…), papelitos guardados entre los libros con acrósticos que el novio o un amigo “muy sabido” elaboraba con el nombre de ellas, álbumes con fotos y también “grazitos”. en blanco y negro con el borde recortado con tijera de pico y pegadas al álbum con esquineros Además fue el período romántico del pañuelo con el nombre del novio bordado con uno de los cabellos de la novia y de un respeto profundo hacia los mayores, que eran quienes mandaban.

A las chicas no les podía faltar el inseparable “neceser” Mesacé cuyo contenido era siempre el mismo: billetera Buxton, cepillo Fuller, botellita de plástico de Kleer Lac para retocarse “la toga”, un frasquito miniatura de Channel Nº 5, cigarrillos Parliament o Chesterfield y “candela” Ronson o Colibrí. Y por la noche, de 7 a 10, no faltaba la visita con “candelero”, el hermanito menor que siempre pedía plata para evaporarse por diez minutos o, en el peor de los casos, una suegra malencarada que fingía estar tejiendo algo pero que de vez en cuando manifestaba su rolliza presencia con una molesta tos protagónica. ¡Qué pereza!...

Las fiestas de quince años eran en la casa de la chica, con orquesta, meseros y llorada de la quinceañera pues el día anterior había peleado con el novio (el pobre no tenía plata para el regalo). Unos cuantos años después, cuando por fin se formalizaba la relación, los preparativos para la boda empezaban en Parisina donde se escogía la tela para las damitas de honor, después Saraflor donde se compraban los muebles, luego en Mora Hermanos para los electrodomésticos y, si la novia era “de modito”, se alquilaba el Club Unión y se contrataba a Lucho Bermúdez o a la Italian Jazz para que amenizara la fiesta. ¡Qué tiempos aquellos!.

Pero de aquel delicioso y respetuoso entorno hacia las mujeres y hacia los ancianos sólo nos quedan los recuerdos, a los que ya “borramos el primer fichero” y somos abuelos de los sardinos “emos”, “metrosexuales” o “gays”, a quienes no se les puede reprender y mucho menos disciplinar o “darle una pela” si roban en un almacén o despedazan el carro de un vecino, pues como la ley los protege pueden hacer lo que les venga en gana impunemente pero, eso sí, nos exigen a “los cuchos” que los mantengamos y les compremos tenis de $250.000 y que les demos dinero continuamente para “la rumba” o de lo contrario entablan una demanda “por intromisión en el desarrollo de la libre personalidad”, y nos pueden quitar la patria potestad y hasta nos pueden “encanar”. Parece una telenovela, pero es la realidad actual.

Aseguran que cuando uno dice que todo tiempo pasado fue mejor es porque ya está viejo. En ese caso abiertamente me declaro un fósil del Cretáceo Superior, puesto que el Junín que vivimos sí fue un millón de veces mejor que el de ahora y los jóvenes de la actualidad ni se imaginan lo que era ese Medellín , sano y pícaro, vivaz y rezandero, santo y pecador, todo al mismo tiempo. Pero todo evoluciona, y ese Junín romántico no pudo escapar a la metamorfosis comercial que lo transformó en una calle fría, sin alma y llena de desechos físicos y humanos, donde los únicos testigos que sobreviven son el Salón Versalles y el Astor, como dinosaurios que se resisten a morir ante el cataclismo tecnológico e informático que robotizó el pensamiento humano del siglo XXI alrededor del planeta y al cual no somos ajenos. Y si es verdad que recordar es vivir, ¡yo soy inmortal!... http://jorgemarinartista.jimdo.com

viernes, 13 de abril de 2012

Colombia, entre los 20 países con peores salarios del mundo

Luxemburgo, Noruega y Austria encabezan la lista. Colombia está en el puesto 54, entre 72 países, muy cerca de China que está en el 56.

La guía elaborada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) incluye a los trabajadores que perciben un salario formal y deja a un lado a los trabajadores independientes, o a los beneficiados con subsidios.

De acuerdo con la OIT, el salario promedio mensual del mundo es de 1.480 dólares, lo que equivale a $2'654.000 pesos, según la tasa representativa del mercado de este miércoles.

En Colombia, el salario promedio es de 692 dólares, cerca de $1'240.963 pesos, que representa menos de la mitad de la media mundial.

En ese camino, la OIT y la BBC revelaron un listado con los diez países en los que se perciben los mejores salarios mensuales:

1. Luxemburgo. US$4,089 dólares ($7'331.577 pesos)

2. Noruega. US$3,678 dólares ($6'594.654 pesos).

3. Austria. US$3,437 dólares ($6'162.541 pesos).

4. Estados Unidos. US$3,263 dólares ($5'850.559 pesos).

5. Reino Unido. US$3,065 dólares ($5'495.545).

6. Bélgica.US$3,035 dólares ($5'441.755 pesos).

7. Suecia. US$3,023 dólares ($5'420.239 pesos).

8. Irlanda. US$2,997 dólares ($5'373.621 pesos).

9. Finlandia. US$2,925 dólares ($5'244.525 pesos).

10.Corea del Sur. US$2,903 dólares ($5.205.079 pesos).

Otros países que se caracterizan por sus aparatos industriales y el amplio número de estructuras de trabajadores registran salarios que se alejan de los primeros diez puestos.

Japón, que se encuentra en el nivel 17, paga en promedio a sus trabajadores un salario mensual de 2,522 dólares (4'521.946).

Más prudente es el caso de Francia y Alemania, que están en los puestos 11 y 13, en los cuales se pagan mensualmente 2,886 dólares ($5'174.598 pesos) y 2,720 dólares ($4'876.960 pesos), respectivamente.

Los paises que tienen los peores salarios

Entre los últimos 20 lugares se destacan Colombia, China, México, Egipto, India y República Dominicana.

Mientras en Colombia el salario no alcanza a llegar al $1'300.000 pesos, en China es de 656 dólares ($1'176.208 pesos); México, 609 dólares ($1'091.937 pesos); Egipto, 548 dólares ($982.564 pesos); República Dominicana, 462 dólares ($828.366 pesos), e India, 295 dólares ($258.935 pesos).

Fuente: Juan Manuel Ramírez Montero / Subeditor Portafolio.co. Con información de la BBC.

martes, 10 de abril de 2012

¡Basta ya con Medellín!

Tomado de El Colombiano.com


El diario El País de España comete otra injusticia con esta ciudad. En un artículo sensacionalista nos vuelve a situar como una urbe de sicarios y pasa de largo sobre sus logros y transformaciones sociales.


Publicado el 10 de abril de 2012


No es la primera vez que un medio extranjero publica informaciones imprecisas y generaliza de forma irresponsable sobre la violencia en Medellín.


Esta vez, que no la única, fue el diario español El País de Madrid el que se vino con un informe dominical titulado "Seguiré hasta el fin. Mato o caigo", en el que se asegura que en la ciudad hay cinco mil sicarios dispuestos a prestar sus servicios hasta por cinco mil pesos.


El periodista Pablo de Llano, como tantos otros que llegan a Medellín en busca de historias truculentas que justifiquen sus viáticos, pero no la verdad de las historias, volvió a pasarse de listo para vender un reportaje impreciso, injusto y sensacionalista con una ciudad que ha pagado caro los estragos del narcotráfico y sus delitos conexos.


La falta de corresponsabilidad para atacar todos los eslabones de la cadena delictiva de buena parte de la comunidad internacional, incluida España, ha permitido a los narcos financiar su aparato criminal, amasar fortunas y poner sus dineros ilícitos en paraísos fiscales en el exterior.


Con testimonios sacados del bajo mundo sobre hechos ocurridos en 2009, según el periodista, pero sin una sola fuente oficial que pudiera contrastar sus hallazgos en la actualidad, El País desconoce las profundas transformaciones sociales que ha tenido la ciudad y mete a todos los jóvenes de Medellín en el mismo costal: el de los sicarios.


Flaco favor se les hace al buen periodismo y a la responsabilidad social de los medios, informes tan ligeros y amarillistas como el del diario español, que debería haber pedido de su periodista las distintas voces, del conflicto, claro, pero también las de cientos de miles de personas que a diario trabajan por una ciudad más justa y equitativa.


Testimonios como los de miles de jóvenes de esos mismos barrios que el periodista español pinta como laberintos del delito. Jóvenes que hacen parte de los centros de investigación en las universidades. O las voces de los miembros de las escuelas de música que han llevado su mensaje de esperanza por varios países de Europa. O las de los jóvenes talento que hoy hacen parte de las propias compañías multinacionales españolas. O las de los deportistas antioqueños y colombianos que brillan con luz propia en los escenarios del Viejo Continente.


No sólo las autoridades de Medellín, sino el país entero, debe protestar ante semejante despropósito de una publicación que consideramos seria y rigurosa, pero que, de cuando en vez, cae en la trampa del sensacionalismo barato e irresponsable.


¿Habría sido sensato con los españoles de buena voluntad que hubiéramos dicho en Colombia, por ejemplo, que todos los ibéricos son pedófilos por el simple hecho de que un español, Pedro la Piedra , fue condenado por hacer videos pornográficos con menores de edad que sacó ilegalmente de Medellín hacia España?


La respuesta es NO.


¡Claro que tenemos problemas de seguridad y que la violencia absurda sigue arrebatándonos a muchos jóvenes! Pero de ahí a decir que estamos llenos de sicarios, no es aceptable, porque, sencillamente, no es verdad.


Esa frase tan española de ¡Basta ya! es la que hoy pronunciamos con vehemencia y firmeza para demandar respeto por Medellín. No pedimos que hablen bellezas de esta ciudad, aunque bien lo podrían hacer, sino que no sigan estigmatizándonos como una urbe llena de narcotraficantes y sicarios.


¡Basta ya!


Los enormes esfuerzos hechos y los innegables resultados que Medellín ha logrado en los últimos años en los ámbitos sociales, políticos, económicos, culturales y deportivos, por mencionar algunos, hay que salir a defenderlos con la fuerza de los argumentos y la tozudez de las cifras en materia de desarrollo y calidad de vida.


No lo hemos hecho todo. Nos falta mucho. Pero los pasos que ha dado esta ciudad para romper con los lazos del dinero fácil y esa cultura mafiosa de otras épocas, no pueden diluirse entre las líneas ligeras y fantasiosas de un reportaje que pone el ojo en el árbol y se olvida del bosque.


La internacionalización de Medellín no es un triunfo de los narcos y de sus matones a sueldo, sino, por el contrario, su propia derrota.


Y de esa internacionalización sí que pueden dar fe los jóvenes de la ciudad que el periodista español no encontró, porque no le interesaba buscarlos.


Esos muchachos de los barrios que acompañaron con respeto a los propios reyes de España que vinieron aquí al encuentro de la Real Academia de la Lengua y vieron con sus propios ojos parte de esa transformación de Medellín a través de los Parques Biblioteca.


O los que sirvieron de guías de honor a los cientos de líderes y mandatarios durante la Asamblea 50 del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). O los que cuidaron y apoyaron sin distingo a cientos de deportistas en los Juegos Suramericanos; y a los propios españoles en el Mundial Sub-20, el año pasado.


No pedimos más, pero tampoco aceptamos menos.


Nos han tildado muchas veces de regionalistas, pero hoy sí que queremos serlo para defender a Medellín, que es defender a Colombia.


Porque así como ahora se ha hecho con esta ciudad, más tarde se hará con otras capitales que sufren también el problema de la violencia, pero que igual lo enfrentan con decisión y valentía.

La sensatez que pedimos del diario español es la misma que hemos procurado ejercer nosotros como periódico ante los inocultables desajustes sociales y la pérdida de valores en la que anda el mundo de hoy. Nos resistimos a aceptar que también se nos quiera matar la esperanza.

viernes, 9 de marzo de 2012

Paisocracia

Artículo del diario El País de Cali
Por: Mario Fernando Prado

No cabe duda: Colombia se 'paisanizó'. Y seguirá siendo así en los próximos años. Si no es Uribe, será Fajardo y, a falta de este Uribito, Noemí y hasta Piedad e, incluso, mandatarios puestos e impuestos por el país paisa.
Yo no sé, entonces, a qué tanta bronca contra esta raza que nos ha enseñado muchas cosas a los colombianos: a trabajar, por ejemplo, a ejercer con toda competencia la sagrada cofradía de las roscas, a trabajar unidos, a lavar la ropa sucia en casa, a no tenerle pereza y miedo a los desafíos, a sentirse orgullosos de lo que son, a ser bambuqueros y llorones y a ser regionalistas.

En fin, son tantas las virtudes de los paisas que sus muchísimos defectos, entre ellos la exageración y las mentirillas, se minimizan frente a sus innegables realizaciones.

Pese a soportar un clima de violencia exagerado, Medellín es ciudad ejemplar y cada vez que uno va allá, le da vergüenza ajena al volver a su terruño. Aeropuerto, metro, museos, avenidas, zonas verdes y toda una serie de diferencias le hacen pensar a uno dónde estábamos y qué estábamos haciendo mientras los paisas construían ciudad, cultura, progreso, desarrollo y presidencias.

Nos quedamos pensando en chiquito, enfrascados en la politiquería regional mezquina e inútil. Nos insultamos echándonos las culpas y nos dividimos en una radicalización casi irreconciliable: perdimos poder en Bogotá y el poco que nos queda, helo ahí, ahogándose lentamente. Y, además, los paisas no son sólo los de Antioquia. Vaya y mire lo que es Manizales, con su cultura y su decoro. O si no, Pereira y Armenia, que respiran prosperidad. O el Eje Cafetero, que de un cuento hizo una industria turística. O el mismo norte del Valle, que es más paisa que vallecaucano.

En días pasados, valga el ejemplo, llevé mi 'pichirilo' a lavar. Eran las 5:00 de la tarde y el administrador me dijo que ya no había turno y que todos los muchachos se estaban alistando para irse. Apareció entonces, un paisa al que le dicen Juanes. "Preste pa' acá patrón yo se lo dejo como una uva", me dijo. Y el paisita, que ya se había cambiado, se puso de nuevo el overol, lavó el carrito y a las 6:00 de la tarde lo entregó. Se ganó la lavada y la propina, mientras sus compañeros del lavadero estaban jugando parqués.

Un ejemplo aislado y tonto, seguramente, pero descriptivo del tesón y el temple de una raza que está manejando este país, desde las empresas emblemáticas y la misma economía, hasta la política y el Parlamento.

En tanto, no hacemos más que quejarnos, denunciar, señalar y esperar lo que buenamente nos pueda dar el Estado.
Unos buenos sementales paisas sí que nos servirían, sobre todo en la costa Pacífica y Atlántica, para cambiar la pereza por la acción, la desidia por el perrenque y la fatiga por la verraquera.

lunes, 23 de enero de 2012

La Muerte de la Conversación

Acabo de leer en internet que a la entrada de algunos restaurantes europeos les decomisan a los clientes sus teléfonos celulares.

Según la nota, se trata de una corriente de personas que busca recobrar el placer de comer, beber y conversar sin que los ring tones interrumpan, ni los comensales den vueltas como gatos entre las mesas mientras hablan a gritos.

La noticia me produjo envidia de la buena. Personalmente ya no recuerdo lo que es sostener una conversación de corrido, larga y profunda, bebiendo café o chocolate, sin que mi interlocutor me deje con la palabra en la boca, porque suena su celular.

En ocasiones es peor. Hace poco estaba en una reunión de trabajo que simplemente se disolvió porque tres de las cinco personas que estábamos en la mesa empezaron a atender sus llamadas urgentes por celular. Era un caos indescriptible de conversaciones al mismo tiempo.

Gracias al celular, la conversación se está convirtiendo en un esbozo telegráfico que no llega a ningún lado. El teléfono se ha convertido en un verdadero intruso. Cada vez es peor. Antes la gente solía buscar un rincón para hablar. Ahora se ha perdido el pudor. Todo el mundo grita por su móvil, desde el lugar mismo en que se encuentra.

No niego las virtudes de la comunicación por celular. La velocidad, el don de la ubicuidad que produce y, por supuesto, la integración que ha propiciado para muchos sectores antes al margen de la telefonía. Pero me preocupa que mientras más nos comunicamos en la distancia, menos nos hablamos cuando estamos cerca.

Me impresiona la dependencia que tenemos del teléfono. Preferimos perder la cédula profesional que el móvil, pues con frecuencia la tarjeta sim funciona más que nuestra propia memoria. El celular más que un instrumento, parece una extensión del cuerpo, y casi nadie puede resistir la sensación de abandono y soledad cuando pasan las horas y este no suena. Por eso quizá algunos nunca lo apagan. ¡Ni en cine! He visto a más de uno contestar en voz baja para decir: "Estoy en cine, ahora te llamo".

Es algo que por más que intento, no puedo entender. También puedo percibir la sensación de desamparo que se produce en muchas personas cuando las azafatas dicen en el avión que está a punto de despegar que es hora de apagar los celulares.

También he sido testigo de la inquietud que se desata cuando suena uno de los timbres más populares y todos en acto reflejo nos llevamos la mano al bolsillo o la cartera, buscando el propio aparato.

Pero de todos, los Blackberry merecen capítulo aparte. Enajenados y autistas. Así he visto a muchos de mis colegas, absortos en el chat de este nuevo invento. La escena suele repetirse. El Blackberry en el escritorio. Un pitido que anuncia la llegada de un mensaje, y el personaje que tengo en frente se lanza sobre el teléfono. Casi nunca pueden abstenerse de contestar de inmediato. Lo veo teclear un rato, masajear la bolita, sonreír y luego mirarme y decir: "¿En qué íbamos?". Pero ya la conversación se ha ido al traste. No conozco a nadie que tenga Blackberry y no sea adicto a éste.

Alguien me decía que antes, en las mañanas al levantarse, su primer instinto era tomarse un buen café. Ahora su primer acto cotidiano es tomar su aparato y responder al instante todos sus mensajes.

Es la tiranía de lo instantáneo, de lo simultáneo, de lo disperso, de la sobredosis de información y de la conexión con un mundo virtual que terminará acabando con el otrora delicioso placer de conversar con el otro, frente a frente. http://jorgemarinartista.jimdo.com

*** Anónimo ***
























jueves, 19 de enero de 2012

Leer siempre porque sí

Particularmente me gusta mucho leer la columna de opinión de Diego Aristizabal, hoy quiero compartir este artículo con el cuel estoy completamente de acuerdo, hay que leer, leer y leer, eso ayudaria mucho a esta sociedad

Diego Aristizábal - Medellín - Publicado el 19 de enero de 2012 El Colombiano


Estas vacaciones entendí lo que significa leer sin parar. Desde que se levantaban, muy temprano, antes de que saliera el sol, parejas y familias enteras, acompañadas de grandes termos de café, leían y leían mientras el sol les daba la vuelta y luego se hundía en el mar. A veces paraban, miraban el cielo, hablaban un poco, caminaban (algunos con el libro en la mano) o hacían pequeñas siestas y de nuevo se reencontraban con la historia que traía su Kindle o su libro. Siempre estaban leyendo, el paisaje más atractivo para ellos estaba en las palabras, en esas páginas que casi se las iba pasando el viento. Ninguno de esos lectores omnívoros era latinoamericano, todos eran gringos y uno que otro europeo.


Recordé aquella anécdota que contaron Umberto Eco y Jean-Claude Carriére en el libro " Nadie acabará con los libros ". Resulta que un hombre llegaba todos los días a la estación del tren Hotel-de-Ville a las ocho y media de la mañana. A su lado tenía cuatro o cinco libros que leía hasta las doce. Se tomaba una hora para el almuerzo y después regresaba y seguía leyendo hasta las seis. ¿La razón por la cual lo hacía?, le preguntó Jean-Claude, "Leo, nunca he hecho nada más", le respondió el lector imparable. Tal respuesta nunca la olvidaría. Carriére se retiró porque le dio la impresión de que le estaba haciendo perder el tiempo.


¡Qué maravilla! Leer porque sí, porque esa es su vida. ¿Cuántos más están dispuestos a este acto, cuántos han entendido que no se lee porque el tiempo sobra (y desde luego nunca sobra) sino que se lee porque este acto traza el sentido de la vida.


Somerset Maugham, recuerda Onetti, estaba una noche en una perdida estación de ferrocarril en la India y se encontró con que había dejado sus maletas en un tren que tardaría unas dos horas en llegar. Revisó sus bolsillos, leyó sus documentos, viejas cartas que conocía de memoria y, finalmente, tuvo que conformarse con la guía telefónica del oscuro pueblo, rodeado por la soledad y el veloz crepúsculo. Así estuvo, leyendo y releyendo nombres hasta que llegó el maldito tren y con él sus maletas y con las maletas los libros que había llevado para su viaje. Después se quejó de que el pueblo tuviera tan pocos habitantes.


Ahora cuando terminaron las vacaciones y muchos creen que mientras se trabaja ya no hay tiempo para leer, los periodistas deberían seguir hablando de libros con el mismo empeño que pusieron apenas comenzaban las vacaciones. Leer no es una actividad circunstancial, apenas válida para "desocupados", directamente ligada con la inactividad, leer debería ser, simplemente, una extensión de la vida cotidiana, una forma de estar repensando la realidad por culpa de eso que nos contamos a diario a través de la ficción.


¡Ay! si este país leyera sin parar seguramente no quedaría tiempo para estar matando a tanta gente, no quedaría tiempo para robar, tendríamos en la cabeza otras cosas para no estar hablando de las pendejadas que casi siempre se imponen como agendas excepcionales cuando en realidad tantas cosas de las que dicen en los medios, en las reuniones de oficina, en los escenarios políticos son irrelevantes.

martes, 17 de enero de 2012

¿Me desnudo o no? Esa es la cuestión


Diego Aristizábal- Medellín - Publicado el 27 de octubre de 2011 en el Colombiano


Está de moda empelotarse para premiar una audiencia, para pagar una apuesta, para decir que se es transparente en una contienda política, para buscar votos, porque se necesita publicidad o porque no se tiene plata para pagar una campaña. Cualquier pretexto sirve, y eso está bien, el asunto es que a mí no me convence tanto que esas sean las verdaderas razones, en realidad a muchos les gusta empelotarse simplemente porque sí.

Ojalá yo tuviera las agallas para empelotarme, no para pagar una apuesta ni para conseguir uno o dos votos, si mucho, en una contienda electoral que jamás buscaré, sino porque un cierto halo de libertad, de convicción desnudista así me lo sugiriera. Desnudarme porque sí, ser un alma en "pena", por no decir la palabra representativa que cubriría sugestivamente, cual hoja de parra, con un separador de libros.

Lástima que candidatas como Gleydis Rincón, aspirante a la Asamblea del Cesar, o como la actriz Anabolena Meza quien, según ella, por pobre tuvo que empelotarse para dar a conocer sus ideas y poder llegar al Concejo de Bogotá, oculten su deseo de desnudarse con los harapos ideológicos cuando en realidad lo único que les interesa es recuperar una popularidad perdida o generar una mínima controversia que nada estimula el debate político. Que se empeloten, yo no tengo nada en contra de los desnudos, pero que no se justifiquen a través de enmarañadas razones, que no vuelvan impuro el arte de desnudarse porque sus cerebritos se equivocan de lugar.

Envidio los desnudos voluntarios que han hecho miles de personas de todo el mundo para que el fotógrafo Spencer Tunick pueda hacer su trabajo. Mujeres y hombres gordos, flacos, ancianos, rubios, feos, bonitos, grandes y chiquitos han posado en sitios públicos sin ningún propósito. Nadie los recuerda, se empelotan porque les nace, porque quisieron. Es el acto del desnudo por el desnudo, no quieren reunir fondos y ninguno desea popularidad porque la magnitud del acto no les concede protagonismos individuales. Aquí no se mezclan propuestas.

Admiro también esas 11 mujeres de más de 50 años que en el 2007 hicieron un calendario para gritar que eran mujeres "sin fecha de vencimiento". Qué porte el de esas damas que dijeron sin erotismos superfluos que sus cuerpos seguían vivos, "resignificaron las normas culturales de la belleza que hacen pensar que existe una edad límite para el trabajo y para el amor, un cuerpo para la belleza y unas medidas exactas para la mirada del deseo" ( Revista Número , edición 50).

Colombia es un país tan pobre en ideas políticas, somos tan folclóricos, que a falta de una, dos personas (por no decir que en las pasadas elecciones al Congreso alguien prometió desnudarse si quedaba) creen que así pueden ocupar un cargo público. Esto ocurre, me imagino, porque muchos de los que logran llegar a estos anhelados cargos, así tengan ropa, así estén "bien vestidos", tampoco es que piensen mejor. Ante la payasada política que vive todos los días nuestro país, ante la falta de lucidez de los "honorables", no es tan descabellado que surjan ideas tan primarias. La política, finalmente, es el arte de desnudarse, el asunto es que muy pocos en realidad se encargan de vestir bien las ideas.